INEFABLE: Hay que acercarse a la obra de Karla de Lara, de forma silenciosa, desde el silencio propio de las artes visuales, al mirar sus obras hay un momento al partir del cual todo calla y la relación entre la obra y el espectador se torna muda, sensorial, emocional, una conexión que lleva a la mente a un confín profundo de la memoria, donde se evocan las sensaciones más sublimes, donde se revive el aroma de un momento mágico, los sabores de un instante de gozo, el estremecimiento del roce del deseo. Mi mente se centra en las imágenes y comienza un silencio sobrecogedor, que se resiste a ser expresado en palabras. La identidad de la artista, se antepone a todo, su espíritu emerge entre sus trazos. Reconozco sus ideas en sus pinceladas, su identidad se sintoniza en una danza espiritual,armónica en sus composiciones, su obra crece desde la invisible sombra de lo evidente hacia el enigma. Es trascendente, nueva, es apabullante pensar que los relatos procedentes de una imagen son casi infinitos y estos se multiplican por la continuidad y persistencia con las que De Lara avanza, habría que destacar la evolución personal de su técnica, cada reto es un peldaño más en su una escalera ascendente que nos va llevando al paraíso del arte, el arte como culminación vital, como destino, en sus encuentros y desencuentros es donde establece sus signos de identidad y la proyecta desde su propio mundo. Establece su identidad y la proyecta desde su propio mundo, el que crea en su pintura, el que describe en su obra; el mundo de un artista espiritualmente rica y lleno de simplicidad.Karla de Lara, “sabe a sí misma. ” Su obra es la interpretación de su yo, de su patrimonio íntimo, de ella como creadora, de su intransferible y copiosa realidad.